Amo a mi tierra como cualquier hijo bien parido en ella pero no dije aquello impelido por ese sentimiento.
Si bien el territorio que hoy es Bolivia ya tenía vocación de país en tiempos prehispánicos, la República denominada como tal no nació sino hasta 1825. Antes de ese año, nadie había escuchado hablar de Bolivia. Charcas, que era su nombre oficial, se manejaba muy poco porque era más común utilizar el apelativo de Alto Perú. Potosí, en cambio, era conocida en el mundo entero. Los yacimientos de plata del Cerro Rico fueron el sostén económico no sólo de la España colonial sino de las demás naciones europeas que, al no poder explotarlos directamente, se apoderaban del metal que era transportado en barcos a través de la piratería.
La existencia de esos yacimientos y los consiguientes problemas por la adjudicación y tenencia de minas motivaron la creación de la Audiencia y Cancillería Real de La Plata de los Charcas como tribunal para resolverlos. Esta unidad administrativa fue la base para la fundación de Bolivia al terminar la Guerra de la Independencia. Como el nuevo país nacía sin arcas establecidas, debió funcionar durante un buen tiempo con la plata potosina que se utilizaba para pagar los sueldos de toda la administración pública, incluida, por supuesto, la del Departamento de Santa Cruz.
Desde que comenzó la explotación del Cerro Rico, en 1545, Potosí no recibió nada a cambio de sus recursos naturales. El metal salía de sus bocaminas, se fundía en la Casa de Moneda y se embarcaba a España. Ya en tiempos republicanos, el estaño reemplazó a la plata, siguió saliendo a raudales pero nada quedaba para la región dueña del recurso.
Esa situación duró hasta hoy, cuando la colonia y la República han desaparecido. 
Por esas y otras razones cuya descripción necesitaría volúmenes superiores a los de la “Historia…” de Arzáns, Potosí se rebeló varias veces en el pasado y lo hace ahora frente al Gobierno que ayudó a consolidar con una votación masiva.
Aquí no hay conspiración política ni la intención de proteger a nadie. Aquí está un pueblo que fue explotado siempre y, amparándose en los recursos naturales que posee, sueña con un mejor destino. Ya no quiere que esos recursos sean explotados sin dejarle nada o dejándole migajas. Potosí lucha no sólo por vivir bien sino también por sobrevivir. Si el Gobierno de Evo Morales entiende esto y lo resuelve, habrá puesto fin a una larga historia de injusticias que caracterizó a la región que dio a luz a Bolivia.
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