Y ahí está la prensa con su coro de querubines que nunca hicieron política, que jamás practicaron el racismo ni discriminaron y se mostraron siempre éticos.
Y ahí está el MAS con su legión de serafines que lo único que pretenden es hacer bien a todo y a todos, que llegaron al poder para derramar sus gracias por toda la tierra (perdón, por toda la Pachamama) y no tienen la intención que quedarse en él.
Si tomamos a querubines y serafines y los juntamos con tronos, dominaciones, virtudes, potestades, principados, arcángeles y ángeles podremos reproducir los nueve coros angélicos y cantar alabanzas ya sea a Jehová, a Ticci Viracocha o Alá porque, al final de cuentas, esas criaturas aladas están en casi todas las culturas.¡Por favor!... ¡dejémonos de huevadas!
Para empezar, los periodistas jamás fueron ángeles sin sexo porque siempre hicieron política. Si a Julio César se le ocurrió publicar las actas del Senado romano no fue porque era un iluminado que, sin saberlo, estaba creando el periodismo moderno sino porque pretendía restar poder a los senadores y ganar más adeptos entre el pueblo llano.
El periodismo nació de la política así que ambos caminaron juntos por la historia hasta que a aquel se le ocurrió ir a la universidad. Cuando el periodismo empezó a estudiarse y enseñarse científicamente, se planteó la necesidad de separarse de la política partidaria. Fue cuando comenzó el enfrentamiento que hoy vemos agudizarse en Bolivia por la ley antirracismo.
Lo curioso es que el enfrentamiento se agudiza en un país en el que los periodistas, por lo menos los sindicalizados, tienen posición política declarada. Por su Declaración de Principios, la Confederación Sindical de Trabajadores de la Prensa de Bolivia (Cstpb) es revolucionaria y contraria al modelo neoliberal. Quien quiera formar parte de esa organización, debe compartir esos principios o buscarse otra. Pese a su presunta afinidad ideológica, es la Cstpb la que lidera la campaña de recolección de firmas contra los artículos 16 y 23 de la Ley Contra el Racismo.
¿A qué se debe esa contradicción?
Lo que estamos viendo es una lucha política y principista.
El MAS es un partido político. Su objetivo principal —como el de todo partido político— es la captura del poder. Ahora que lo tiene, pretende quedarse el mayor tiempo posible en él y, para hacerlo, tiene que eliminar a sus enemigos. Los enemigos con nombre y apellido son acusados y sometidos a juicio. Serán encarcelados o, por lo menos, sentenciados con el fin de que estén inhabilitados para ejercer cargos públicos.
El enemigo sin nombre y apellido es la prensa. El mismísimo Evo Morales lo dijo el 24 de mayo de 2007: “el primer adversario que tiene mi presidencia, mi gobierno, son algunos medios de comunicación”.
Y no es que Evo Morales sea el ángel malvado o el Luzbel de la guerra celestial entre periodismo y política. La diferencia entre él y sus antecesores es que el Presidente fue lo suficientemente sincero y claro para decirlo. Los que gobernaron antes de él no lo dijeron pero intentaron controlar a la prensa por la sencilla razón de que un periodismo sin control publica lo que los gobiernos no quieren.
El modelo ideal para cualquier político es el cubano. En la isla del comandante, los medios de comunicación social ni siquiera son del Estado porque los controla el Partido Comunista de Cuba. No sólo el MAS sino cualquier partido político aspira a algo así.
Los artículos 16 y 23 son intentos de controlar a la prensa inteligentemente encubiertos con un noble propósito: la lucha contra el racismo. Los periodistas, incluso revolucionarios y antineoliberales, se resisten porque su Declaración de Principios dice que deben defender la libertad de expresión y la Ley de Imprenta.
Quien piense otra cosa sigue soñando con ángeles, arcángeles y toda la corte celestial del señor del cielo y la tierra… perdón… de la Pachamama.
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