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Encholados

El informe de la misión de Unasur que investigó los hechos del 11 de septiembre en Pando sacó ronchas en una oposición cada vez más escaldada por las acciones del Gobierno.
La reacción opositora era previsible ya que todos los indicios apuntaban a que el informe estaría más próximo a la versión del gobierno que a la que fue tímidamente esgrimida por la Prefectura pandina.
Y es que, más allá de la gravedad de los hechos del 11-S boliviano, algo debió temer don Leopoldo Fernández para guardar silencio durante tanto tiempo y algo debieron oler sus colegas medialunistas para meterse a negociar a solas con el Gobierno y luego dar su silencioso asentimiento al proyecto de Constitución del MAS, debidamente corregido y maquillado.
Pocos creyeron en la inocencia y pureza de espíritu con la que los funcionarios de la Prefectura de Pando habrían esperado a los campesinos afines al MAS.
En su primera reaparición pública, apenas diez días después de los sucesos, el ex presidente Carlos Mesa publicó un artículo titulado “Un espíritu quebrado” en el que hacía las siguientes puntualizaciones:
“La acción de la prefectura de Pando (11 de septiembre), con el consentimiento del Prefecto Leopoldo Fernández, uno de los políticos más veteranos del país (con 20 años de parlamentario en las espaldas y emblema del viejo y desplomado sistema de partidos), mostró al país y sobre todo a la comunidad internacional que la oposición actuó al viejo estilo de los caciques locales, ahogando en sangre la disensión. ¿Quién podría hoy justificar las muertes, las tomas vandálicas y los atentados contra el patrimonio estatal ejecutadas por los enemigos del Gobierno? ¿Cómo defender la legítima demanda de autonomía y el reclamo de ingresos petroleros de los departamentos de oposición, tras esa ordalía que lo único que hizo fue quitarles el piso de la razón a sus abanderados?”.
No sólo Mesa sino muchos periodistas sospechamos que Fernández metió la pata y algo más en el trágico 11-S. Que ahora venga la oposición y se rasgue las vestiduras no es más que otra muestra de incoherencia, similar a la de iniciar una campaña por el “no” cuando ya se le dio un tibio y cobarde “sí” a la constitución masista.
Lo que pasa es que la oposición, al igual que el oficialismo, no esperaba que el informe refleje LA verdad de los hechos sino SU verdad, aquella que esgrimieron para justificar las muertes de Porvenir y Filadelfia. Si la misión de la Unasur se hubiera aproximado a la versión de los opositores, estos estarían batiendo palmas y el Gobierno estaría despotricando en tres idiomas (aymara, quechua y español).
Esa es otra de las razones por las que la prensa boliviana está tan vapuleada: porque los políticos no quieren que publiquemos LA verdad sino SU verdad.
Lo malo es que, con los nervios tan crispados desde hace tanto tiempo, los políticos han llegado el colmo de que ven enemigos y campañas incluso entre líneas.
Por ejemplo, la noticia de que la Fundación Milenio calculó que el cambio al nuevo Estado, como consecuencia de aplicar una nueva Constitución, costaría unos 10 mil millones de dólares fue interpretada por el MAS como una campaña por el “no”. El diario “El Potosí” destacó el hecho en su primera página y fue sindicado de actuar en la línea de la oposición.
Es que al MAS tampoco le interesa LA verdad sino SU verdad y, como la oposición también está en esa línea, la prensa se queda en medio, apachurrada como la carne del sándwich criollo que a muchos les gusta llamar “de chola”.
Por tanto, que a nadie le extrañen los ataques a periodistas ni los dinamitazos en las puertas de los medios. Estamos en medio de una guerra y somos los más propensos a ser víctimas del fuego cruzado.


3-XII-2008

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