Una verdad de Perogrullo, no muy difundida actualmente, es
que Bolivia no hubiera existido sin Potosí.
La riqueza de su portentoso Cerro Rico determinó la creación
de una unidad judicial y administrativa como fue la Audiencia de Charcas que,
en 1825, fue la base para lo que hoy es nuestro país.
Existen otras razones más que sustentan esa afirmación pero
estas fueron suficientemente repetidas en el pasado y por mejores plumas.
Lo que cuenta, hoy en día, es que, tras 190 años de vida
independiente, el país ha progresado poco y Potosí casi nada.
Si se toma en cuenta que fueron su plata, primero, y su
estaño, después, los que sustentaron al país en sus primeros años, habría que
convenir que Potosí es algo así como el hermano mayor de una familia pobre,
aquel que deja de estudiar y se pone a trabajar desde joven para alimentar a
sus hermanos y procurarles un futuro.
Hoy, cuando se lo ve tan pobre, mientras otros Departamentos
prosperan, Potosí se parece, efectivamente, a ese hermano mayor que se quedó
viviendo en la miseria mientras los hermanos por los que trabajó obtenían una
profesión y oficio con los cuales pueden procurarse un sustento.
El destino de Potosí es ese y no cambiará si sus hermanos no
lo entienden. La única ventaja de ser el hermano mayor es que, además de
sostener a la familia, tiene la suficiente autoridad como para guiarla.
Ocurrió en el pasado, cuando sus minerales podían satisfacer
hasta las necesidades ajenas y en los primeros años de la República, cuando
hasta los sueldos de los prefectos eran pagados con plata potosina.
Ahora, cuando el país está frente a una encrucijada, ante la
posibilidad de que la Constitución se modifique para satisfacer las ansias de
prorroguismo de la élite gobernante, el hermano mayor ha reaccionado como lo
haría frente a un padrastro abusivo que golpea a su madre y a sus hermanos.
Ya se enfrentó al abusivo dos veces, una en 2010 y otra más
recientemente, cuando un paro de 27 días dejó claro el mensaje de que no se
toleraría más abusos.
Es cierto… su reacción fue regional, porque lo hizo por
razones regionales y no precisamente pensando en el país, pero lo que cuenta
son los efectos de aquella rebelión porque marcaron un antes y un después de lo
que había sido la relación del MAS con la Villa Imperial. El 2005 fue el quiebre
y 2015 la confirmación de que por lo menos una de las diez ciudades más
importantes del país no estaba dispuesta a seguir tolerando incongruencias como
construir aeropuertos en el Chapare cuando ese tipo de infraestructuras son más
necesarias en lugares con vocación turística como Potosí.
Tan fuerte fue el último choque que el martes, cuando se
recordó su efeméride departamental, sus hermanos menores reconocieron su
rebeldía y hasta plasmaron ese reconocimiento en suplementos especiales
impresos por algunos de los diarios bolivianos.
Sí. Potosí es pobre pero digno. Y, si la dignidad no se come,
puede servir para hacerla tragar a los abusivos y procurarles un
atragantamiento.
Ahora Potosí se apresta a lanzar un mensaje todavía más
claro el 21 de febrero. Ese día, el hermano mayor dirá “no” a los abusos y,
antes de hacerlo, espera que sus hermanos sigan su ejemplo.
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