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SEPARATISMO (IV y final)


IV. Banzer

¿Existe separatismo en Santa Cruz?
Al darle “un significado predominantemente histórico-político”, Norberto Bobbio dice que “este término indica la tendencia de un grupo social o nacional, englobado en una estructura estatal más amplia, a separarse, reivindicando su completa independencia política e económica”.
Si se revisa la información oficial de su movimiento cívico, incluso desde sus inicios, se verá que el separatismo no forma parte de su lenguaje. La palabra que utilizan los cívicos cruceños desde el 26 de febrero de 2003 es “autonomía” que en idioma español significa “potestad que dentro de un Estado tienen municipios, provincias, regiones u otras entidades, para regirse mediante normas y órganos de gobierno propios”.
Lo curioso es que el término haya comenzado a utilizarse apenas 13 días después del “febrero negro”; es decir, la revuelta popular que marcó el inicio del fin del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada.
Y es que, en su afán de alejarse del secante modelo centralista con base en La Paz, el movimiento cívico cruceño fue hábil no sólo en el uso de palabras sino en la proyección de objetivos como la descentralización y la selección de prefectos mediante el voto popular.
Desde luego, nadie puede acusar a Santa Cruz por rechazar un centralismo con el que ni siquiera La Paz se siente cómoda. En su momento, tanto el alcalde Juan del Granado como el ex prefecto José Luis Paredes admitieron que sus jurisdicciones también sufren con el centralismo. En Potosí está el antecedente del movimiento federalista de los años previos a la Guerra del Chaco y aún hoy en día existen regiones como los Chichas, Lípez y el norte potosino que hablan de crear un nuevo Departamento.
El detalle es que la demanda de autonomía planteada por el movimiento cívico cruceño ya está incluida en la nueva Constitución Política del Estado que permitirá, por ejemplo, que la provincia Gran Chaco de Tarija se declare región autonómica si es que los ciudadanos de los tres municipios involucrados así lo deciden en un referendo.
Pese a eso, en Santa Cruz surgió una supuesta célula terrorista que pretendía constituir una milicia armada destinada a conseguir la “independencia” de ese Departamento. Ese es el síntoma más claro de que en el oriente todavía existen movimientos que consideran que toda esa región (Santa Cruz, Beni y Pando) debería constituir otra nación sobre la base de una identidad cultural que nunca logró amalgamarse con las del occidente.
Por culpa del centralismo, en Bolivia siempre hubo tendencias separatistas. Santa Cruz se convirtió en su reducto desde el golpe de Banzer, cuando los movimientos anti-centralistas se aliaron a la derecha para echar del poder a Juan José Torres que estaba dando demasiadas concesiones a la izquierda.
Banzer fue una de las dos cabezas de la “Operación Cóndor” y se mantuvo en el poder no sólo sobre bases políticas y económicas sino también criminales ya que para sustentar su régimen utilizó a criminales de guerra nazis de la Gestapo alemana y la Ustacha croata. El más conocido, por la publicidad que tuvo su posterior captura, fue Klaus Barbie.
La dictadura de Banzer pagó favores con grandes extensiones de tierra en el oriente y apuntaló la prosperidad de Santa Cruz. En el libro Patterns of Protest: Politics and Movements in Bolivia, John Crabtree afirma que “el crecimiento del tráfico de drogas, en la década de 1970 y principios de los años 80, también trajo consigo riqueza, aunque ilícita, para Santa Cruz”.
Ahora bien, si aceptamos que en Santa Cruz existen minoritarios movimientos separatistas que hasta financian milicias armadas, la pregunta de oro es: ¿cuáles son los intereses que protegen?

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