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L@s amo a tod@s

Los maestros del idioma ya advirtieron que el símbolo @ (arroba) es precisamente eso, un símbolo, así que no puede utilizarse como letra.
Por aquello de la equidad de género, dicho símbolo suele emplearse con el afán de mezclar la “a” con la “o” y no anteponer el masculino al femenino y viceversa. Así, en vez de escribir “niñas y niños” —o viceversa—, lo que algunos hacen es poner “niñ@s”.
La intención es buena pero los maestros, que por algo son tales, repiten ¡está mal! y así seguirá hasta que la Real Academia Española diga su palabra al respecto.
Para no hacerme orejear, yo preferí dejar de usar el famoso símbolo pero, a raíz de la aprobación del proyecto de Ley Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación, decidí dar marcha atrás.
Pasa que el artículo 16 de dicho proyecto señala que “el medio de comunicación que autorizare y publicare ideas racistas y discriminatorias será pasible de sanciones económicas y de suspensión de licencia de funcionamiento, sujeto a reglamentación”.
Creo que el racismo no forma parte de mi larga lista de defectos. Es más, mi corta estatura me hizo víctima de discriminación a lo largo de mi vida mientras que mi origen andino y el color de mi piel motivó no pocos ataques verbales racistas así que lo último que haría sería caer en algún error de esos en esta columna.
El problema es que el actual Gobierno hace las cosas de tal forma que nadie me saca de la cabeza que la inclusión del artículo 16, que no tenía esa redacción en su texto original, es obra suya con el propósito de controlar los contenidos en los medios de comunicación social.
Una prueba de mi afirmación es lo que ocurre con Daniel Villavicencio, uno de los tres periodistas de Sucre que fueron imputados por la supuesta comisión de los delitos de instigación pública a delinquir y apología del delito porque, según la Fiscalía, “han inducido a la población civil, estudiantes universitarios y otros para que los mismos asuman actitudes agresivas y violentas en contra de los campesinos y efectivos militares que llegaron a esta ciudad de Sucre con motivo de la llegada del presidente de la República en fecha 24 de mayo de 2008”.
Las notas de Villavicencio se publicaron al día siguiente, 25 de mayo de 2008, en el diario Correo del Sur, pero lo acusan de instigar hechos sucedidos un día antes. Al margen de ello, los periódicos están sujetos a mecanismos de depuración en el que intervienen varias personas, entre editores de área, jefes de redacción e informaciones y directores, pero, en el caso de Correo del Sur, el Ministerio Público dirige su acción sólo contra Villavicencio.
Es que, claro, si la cosa es buscar tres pies al gato para joder al ratón —o al elefante, según el caso—, la ley puede ser interpretada al antojo del Gobierno, hasta con análisis semántico, como en el caso de los tres periodistas de Sucre.
Si se actúa así cuando no hay una ley contra el racismo, ¿qué sucederá cuando esta sea promulgada?... Bastará una simple insinuación supuestamente racista o discriminatoria para que, análisis semántico y fáctico de por medio, se impongan sanciones económicas a los medios de comunicación social o se los cierre bajo la forma de “suspensión de licencia de funcionamiento”.
Por eso, para evitar nuevos juicios, será mejor volver a utilizar el símbolo de arroba, cuando de género se trate, y recurrir a eufemismos para no herir sensibilidades. Así, en vez de calificar a algún caballero de piel como la mía de “negro de mierda”, será mejor decirle “afroamericano de excremento”.
En lo que concierne al resto del mundo, y siempre para evitarnos problemas, habrá que proclamar que l@s amamos a tod@s.
¿Y dónde quedará el periodismo?... ahí, en el excremento, donde lo prefiere el Gobierno.

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