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"Uraño"

Uranio.
Para el Diccionario de la Real Academia Española, es un “elemento químico radiactivo” que “se usa como combustible nuclear y sus sales se emplean en fotografía y en la industria del vidrio; uno de sus isótopos se utilizó en la fabricación de la primera bomba atómica”.
Descubierto en 1789 por Martin Heinrich Klaproth, el uranio se puso de moda en la Segunda Guerra Mundial, cuando circuló el rumor de que, basada en los experimentos de Otto Hahn, Alemania estaba fabricando la primera bomba atómica.
El rumor sobre Alemania nunca se confirmó pero sí el que acusaba a Estados Unidos de desarrollar un programa nuclear. Las bombas atómicas arrojadas sobre objetivos civiles —las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki— demostraron que la imaginación humana puede quedarse chica frente al ingenio destructor del hombre.
Desde entonces, el uranio, el plutonio y la energía atómica aparecieron periódicamente en los medios de prensa y en los informes secretos de los espías. Incluso Argentina creó en 1950 una Comisión Nacional de Energía Atómica y desarrolló un programa de investigación de armas nucleares durante la dictadura de la junta militar (1978-1983).
Durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas desarrollaron sendos planes nucleares que se extendieron a sus aliados. Fue cuando se decía que basta oprimir un botón para desatar una guerra nuclear.
Entre 1980 y 1988 estalló una guerra entre Irán e Irak. Según Washington, fue el tiempo en que ambos países comenzaron a desarrollar programas nucleares. En 1981, Israel destruyó el reactor nuclear iraquí Osiraq y confirmó parcialmente esas versiones.
Lo que nunca se confirmó fue el cuentito que permitió la invasión de Irak, aquel que decía que el régimen de Sadam Hussein tenía un arsenal de armas de destrucción masiva. En cambio, Estados Unidos arrojó 950.000 proyectiles de uranio empobrecido sobre Irak durante la Guerra del Golfo.
Versiones, versiones, versiones…
Mientras Potosí cumplía el paro de los 19 días surgió la versión de que el Gobierno de Evo Morales ya tiene una posición definida sobre el territorio en disputa con Oruro: permitiría el ingreso de Irán a la zona para la explotación de uranio.
En ese momento, creímos que esa versión era demasiado fantasiosa. ¡Por favor!... ¿uranio para el programa nuclear de Irán?... eso está bien para Hollywood pero no para un pueblo que sólo espera vivir mejor…
Sin embargo, apenas pasaron dos semanas y saltó la liebre: los informes sobre la existencia de uranio en la zona de conflicto se hicieron públicos y, con una celeridad que no tuvo para resolver el conflicto potosino, el Gobierno anunció el interés de Irán en identificar esos yacimientos.
Cuando la noticia sobre la existencia de uranio se publicó en la web, uno de esos inadaptados que aprovechan el anonimato para destilar su veneno escribió que ese mineral aparecía en tierra de “uraños” y lo puso así, sin “h”.
Puede que el habitante de la zona limítrofe de Oruro y Potosí tenga algo de huraño; es decir, que se esconda de la gente, pero tuvo la valentía de salir al frente y empujar a todo un Departamento a una histórica movilización que pedía condiciones mínimas para vivir mejor.
En cambio, sin importar su ideología, los políticos y los gobiernos le esconden cosas a la gente como los programas nucleares que siempre fueron calificados de invenciones pero, al final, resultaron ser horrorosas realidades.
En el caso de Potosí y el uranio de Coroma, lo que se confirmó, hasta ahora, es que la fábrica de cemento prometida a Oruro será construida con un crédito de 115 millones de dólares otorgado nada menos que por Irán y Venezuela.

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