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Servilismo


Sí. El Comandante General del Ejército dijo que esa fuerza a su mando es socialista, antiimperialista y anticapitalista… ¿y?
Sí. Semejantes afirmaciones públicas equivalen a admitir que el Ejército está alineado con la política que ejecuta el actual Gobierno… ¿y?... ¿cuál es el problema?... ¿a qué viene tanta alharaca?
“Se ha vulnerado la Constitución”, dicen. Sí. El artículo 245 de la carta magna y el 122 de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas prohíben a los militares inmiscuirse en política pero, más allá de la majestad de la ley, esas limitaciones sólo fueron discursivas.
A lo largo de la historia, los militares hicieron política con más frecuencia que los civiles. Célebres gobernantes del pasado como Alejandro Magno y Julio César eran, en esencia, soldados que llegaron al poder.
En el caso de Bolivia, las figuras emblemáticas de nuestra historia, Bolívar y Sucre, eran militares. Fueron los primeros presidentes del país y detrás de ellos está una larga lista de soldados que sólo se interrumpe treinta y dos años después de fundada la República, el 9 de septiembre de 1857, cuando un golpe de Estado —uno de los muchos que tuvo esta pobre Patria— llevó al poder a José María Linares Lizarazu.
Entonces no podemos seguir creyendo el cuento de los angelitos sin sexo. Los militares hicieron, hacen y seguirán haciendo política. La Constitución puede decir una cosa pero la realidad es otra.
Lo único que cambian son los métodos, los procedimientos. Hasta hace veintiocho años utilizaban los golpes de Estado, la vía violenta, pero ahora hacen buena letra y cuidan a los gobiernos que emergen de las urnas. Cuidaron a Paz Estenssoro, Paz Zamora y Sánchez de Lozada con el mismo esmero que ahora cuidan a Evo Morales, aquel a quien corretearon en el Chapare. ¿Y qué eran los militares mientras cuidaban a los neoliberales? ¿Es que servir a un gobierno neoliberal no significa convertirse en uno?
En tiempos neoliberales, los militares eran neoliberales porque servían a neoliberales. La diferencia entre entonces y ahora es que ningún Comandante tuvo el aplomo (o la cojudeza) de decirlo públicamente.
El general Antonio Cueto Calderón dijo lo que todos sabemos: que el Ejército está con el Gobierno. Que lo haya dicho por valentía, gratitud por su ratificación o simple llunk’erío es otra cosa.
Pese a que la cosa está tan clara, la oposición hizo un berrinche del asunto. Un ex comandante que hoy es senador señaló que, merced a las palabras de Cueto, el Ejército demostró su servilismo con el actual Gobierno… ¡por favor!... ¿y no era servil ese mismo Ejército cuando él ocupaba esas funciones?
El servilismo es parte de la formación militar. Los subordinados son serviles ante sus superiores que fácilmente pueden mandarles a fabricar adobes o a cosechar papa… parece que esas labores forman parte del servicio a la Patria.
El detalle es que los militares no son los únicos serviles. También lo son aquellos presidentes que, en el ejercicio del poder, les conceden privilegios con la obvia intención de tenerlos de su parte. Fue servil Sánchez de Lozada cuando promulgó el Decreto Supremo 24668 que permite que los militares se jubilen con el 100 por ciento de sus salarios y es servil el que mantiene ese privilegio y hasta les perdona los crímenes de las dictaduras.
Es que, si de permanecer en el poder se trata, no hay diferencias ideológicas. Neoliberal o socialista, todo Gobierno necesita a las Fuerzas Armadas y las mantiene contentas. Por ello, lo del “cambio” es tan discursivo como el apoliticismo del Ejército.

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