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Actitud política

Tuto Quiroga padece de “chavezfobia”. Hasta hace poco, el líder de Podemos convocaba a conferencias de prensa única y exclusivamente para criticar la abierta injerencia del presidente venezolano y después utilizó sus viajes al exterior para desarrollar una abierta campaña contra él.
¿Por qué tanta preocupación? Es cierto que la injerencia extranjera siempre es mala y la “solidaridad” de Hugo Chávez es eso: injerencia extranjera pero, ¿por qué tenemos que preocuparnos sólo de la venezolana?
Cuando Estados Unidos ejercía una abierta y descarada injerencia en Bolivia, Tuto no se rasgaba las vestiduras, ni siquiera cuando él era presidente y la Casa Blanca era la que daba el OK a sus movimientos.
Es que el problema no está en Chávez sino en el lo él representa. El presidente venezolano ha recogido la posta que Fidel Castro llevó en su izquierda durante casi cincuenta años y se ha convertido en el principal enemigo del imperio. Como Tuto Quiroga encabeza el principal partido de la derecha boliviana, Chávez es su enemigo natural y por eso lo combate.
Por tanto, los berrinches de Tutito no tienen nada que ver ni con la soberanía ni con amor a la Patria. Son una simple actitud política y punto. Si las cosas fueran tan sencillas como ese razonamiento, la “chavezfobia” de Quiroga no pasaría de la anécdota pero, lamentablemente, los políticos tienen la mala costumbre de arrastrar al pueblo con sus peleas.
Tuto no sólo odia a Chávez por ser este el nuevo líder de la izquierda en el continente sino porque sabe perfectamente que fue el presidente venezolano quien financió la campaña de Evo Morales y, por tanto, le ayudó a llegar al poder.
Tuto también sabe que el proyecto de Constitución Política del Estado aprobada a las malas por la mayoría masista es una copia de la venezolana así que usará todos los medios que estén a su alcance para combatirla. En ese juego también están los prefectos de la “media luna ampliada”, alineados todos en la derecha, así que el terreno para el enfrentamiento ideológico está más que abonado para este 2008.
El triste consuelo que nos queda a los bolivianos es que no estamos solos en nuestra desgracia.
Chávez no sólo se mete en los asuntos de los bolivianos sino también en los de otros países y por eso es que sus enemigos se multiplican. El maletín pillado en Argentina confirmó que el “socialismo del siglo XXI” no tiene empacho en usar los mismos métodos de la derecha para controlar el poder así que, pese a sus diferencias ideológicas y naturales, uno y otra son la misma mierda.
Y si todavía quedaba alguna duda de esa verdad, ahí está Colombia, con un Uribe que le tendió la alfombra a Bush cuando visitó su país y, al comprobar que Chávez le disputaba el liderazgo en su propia cancha, no tuvo empacho en hacer fracasar la liberación de tres rehenes retenidos por las FARC.
Que el niño Emmanuel, nacido en cautiverio, sea o no el que está con las FARC ya es un dato irrelevante. Cuando eres presidente y tienes el apoyo de la Casa Blanca (¿eso no es injerencia extranjera?) entonces puedes hacer aparecer las pruebas de ADN que quieras. Lo que pasó en Colombia es que Chávez estaba a punto de anotar un golazo político y Uribe se lo impidió. Simple actitud política y punto. Que las familias de los rehenes sigan sufriendo es algo que a los políticos les importa un pepino porque ellos tienen otros intereses, los de sus partidos, los mismos que no permiten que haya un acuerdo que ponga fin a la crisis de Bolivia.

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