El golpe avisa y, en el caso de la prensa, llegó de la mano de la Superintendencia de Telecomunicaciones (Sittel).
¿Y cuál fue ese golpe?... pues la circular enviada a más de mil medios de comunicación social advirtiéndoles no sólo con aplicarles sanciones sino cerrarlos temporalmente si es que difunden “informaciones que aún siendo auténticas puedan dañar o alarmar a la población”.
Veamos si entendimos bien la cosa: a la Sittel no le preocupa que una información sea auténtica —es decir, verdadera— sino que dañe o alarme a la población. Si se difunde una información que tenga ese efecto, el medio que lo haga podría ser cerrado por hasta 125 días.
Entonces, en la lógica de la Sittel, los medios ya no tenemos que informar sobre los efectos de los desastres naturales, la constante elevación de precios en los mercados o el riesgo de división que amenaza al país porque, por razones obvias, ese tipo de noticias alarman a la población.
Claro… el gobierno quiso suavizar el asunto señalando que la medida busca precautelar la sensibilidad emocional y psicológica de los niños —afectada por los contenidos de ciertos programas— pero ya es hora de responderles como tiene que ser: no les creemos.
No les creemos porque detrás de ese circular y la supuesta legalidad que se esgrime (¡increíble!: se basan en un decreto de la dictadura de Banzer) está el obvio intento de censurar a la prensa.
Este gobierno ha evidenciado demasiados síntomas de descontento con la prensa y se esfuerza por controlarla, ya sea manejando medios estatales en los que se reproduce un discurso único o intentando silenciar a los privados.
Este golpe es un aviso que hay que tomar muy en cuenta debido a que es apenas una señal de lo que se nos viene.
No debemos olvidar que el proyecto de Constitución Política del Estado aprobado a las malas en La Glorieta y Oruro tiene un artículo 108 con un segundo parágrafo que dice que “la información y las opiniones emitidas a través de los medios de comunicación social deben respetar los principios de veracidad y responsabilidad”.
Si ese artículo se aprueba tal como está, ¿quién determinará si una información u opinión es veraz y responsable?... ¿el gobierno?... ¿la Sittel?
¿Quién nos garantiza que el gobierno, o la Sittel, no interpretarán esa norma a su antojo —como lo hacen ahora con el decreto banzerista— y cerrarán un medio por supuestamente haber vulnerado un precepto constitucional?
Ahora bien… el artículo 108 todavía es un proyecto pero el gobierno y la Sittel ya están llevando adelante medidas destinadas a restringir el trabajo periodístico. ¿Qué nos pasará cuando la norma constitucional entre en vigencia?
Por tanto, no es exagerado decir que días oscuros se ciernen para la prensa.
El 5 de abril de 1904, al presentar un periódico que, con todo y sus problemas, subsiste hasta hoy, don José Carrasco Torrico escribió que “la prensa hace luz en las tinieblas”.
Los cada vez más evidentes intentos del gobierno de controlar al periodismo hacen presagiar tiempos oscuros, tiempos en los que esa luz será colocada bajo la cama, apagada o, finalmente, será devorada por las tinieblas del verticalismo.
…que Dios nos ayude.
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