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Choque

El martes 26 de febrero de 2008, cuando integrantes de los sectores sociales afines al MAS cercaban el Congreso de Bolivia con el fin de presionar a la aprobación de las leyes para los referendos que promueve ese partido desde el gobierno, un hombre de poncho, sombrero y abarcas protagonizaba una protesta solitaria en medio de las masas.
“Los spots televisivos Bolivia Cambia! Evo cumple! son solo ilusiones”, denunciaba textualmente el hombre en un cartel que también señalaba que el pueblo boliviano está discriminado.
Es probable que la presencia de ese hombre hubiese llegado sólo al nivel de la anécdota pero los masistas que colmaban la Plaza Murillo se encargaron de convertir a esa protesta en un hecho noticioso que se difundió a la mayoría de los canales de televisión y actualmente recorre el mundo a través de la Internet.
¿Cómo lo lograron? Fácil. Le increparon su actitud, le acusaron de “vendido” a la oposición y, como la ira suele propagarse más fácilmente cuando el ser humano actúa en jauría, lo golpearon hasta dejarle inconsciente.
El golpeado es Juan Choque Apaza, un indio kolla —la etnia que la mayoría conoce como aymara— que, tras haber estudiado Derecho en la Universidad Mayor de San Andrés, de La Paz, y titularse en Relaciones Internacionales en Moscú, intenta conseguir trabajo en la Cancillería incluso desde el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada.
Como es fácil suponer, fracasó en su primer intento. En una entrevista con el periódico Pukara, Choque afirma que su pedido le costó la detención por todo un día en Palacio Quemado y su posterior remisión a Interpol.
Lo que jamás imaginó este hombre, que viste la indumentaria tradicional del ayllu Qantapa de la provincia Los Andes de La Paz, es que la misma discriminación del régimen gonista se mantendría en el gobierno socialista de Evo Morales.
En la entrevista con Pukara, Choque contó que, cuando fue nuevamente a Palacio, atendiendo una llamada del presidente, la jefa de gabinete, Tatiana Brosovik, le dijo que “a ningún indio hemos mandado llamar”. La actitud de Brosovik —cuyo apellido recuerda a los descendientes de croatas que mandan en Santa Cruz— podría considerarse lógica pero Choque afirma que similar maltrato recibió posteriormente del presidente de la Cámara de Diputados, Edmundo Novillo, e incluso del canciller Choquehuanca.
Aunque esa versión aparece en un periódico de tendencia indianista, supongamos que no son del todo ciertas porque fueron inspiradas por el estado de ánimo del entrevistado.
Apartándonos de los trajines de Choque ante los mandamases del actual gobierno, ¿cómo justificamos la paliza que sufrió el martes 26 de febrero?
A Juan Choque Apaza le pueden decir lo que quieran pero, aunque todas las acusaciones en su contra fueran ciertas, nada borra el hecho de que es una persona, que tenía derecho a expresarse libremente en la Plaza Murillo y que la agresión que sufrió fue un acto criminal.
Lamentablemente, ese vergonzoso incidente es la prueba más contundente de que el movimiento indio que catapultó a Evo Morales a la presidencia de Bolivia ha perdido la brújula.
Ya no es aquel movimiento que buscaba, legítimamente, la reivindicación de derechos negados desde la conquista sino una masa cada vez más informe que sólo sabe imponerse por la fuerza.
Para esa masa, pensar diferente es un pecado, un delito que incluso puede castigarse con la muerte; es decir, el linchamiento.
Es cierto… vivimos tiempos de cambio. El país está cambiando porque la correlación de fuerzas se ha invertido. Los oprimidos de ayer son los opresores de hoy y ese cambio sería un “shock” o choque en cualquier país. Los chocante es que hay demasiadas injusticias en ese cambio porque, tal como estás las cosas, la única justicia que aparece en Bolivia es la comunitaria.

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