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Cambios de 22 varas


Cambiar la Historia e incluso las letras de algunos himnos departamentales. Esa es una más de las propuestas del gobierno del presidente Evo Morales en su confeso afán de destruir el Estado tal como lo conocemos hasta ahora para sustituirlo por el que está descrito en la nueva Constitución.
¿Tiene sustento tal propósito? Para empezar, hay que admitir que, en efecto, la Historia fue escrita por los vencedores así que generalmente conlleva muchas inexactitudes. No obstante, al ratificarse como ciencia, la Historia asumió reglas —obviamente científicas— que, al aplicarse, le otorgan credibilidad. Por tanto, la historia puede cambiarse pero sólo con argumentaciones científicas; es decir, demostrables con pruebas claramente identificadas. Si se puede probar científicamente que toda la historia de Bolivia es inexacta, será posible cambiarla pero; caso contrario, lo más que se podrá corregir es la inexactitud de ciertos hechos, tal vez hasta períodos, pero no toda la Historia en sí.
Por lo visto hasta ahora, estoy seguro que el gobierno no tiene argumentos científicos para cambiar toda la Historia de Bolivia. Ya el 22 de mayo de este año, cuando el mismísimo presidente proclamó a voz en cuello que Juana Azurduy de Padilla había nacido en Ravelo y que el primer grito de independencia fue el de los hermanos Katari, en 1780, demostró que conoce de Historia tanto como yo de Física Cuántica.
Al provenir del primer magistrado de la Nación, la proclama sobre doña Juana dio lugar a averiguaciones y a equívocos porque ciertos datos la reportaban nacida en Toroca, cantón del municipio de Ravelo, pero su partida de bautismo, conservada en el Archivo Arquidiocesano de Sucre, confirmó que la heroína vio la luz en La Plata (hoy Sucre) el 12 de julio de 1780.
Morales también se equivocó con el dato del primer grito libertario ya que, si bien es cierto que este no fue el del 25 de Mayo de 1809, ese mérito tampoco le corresponde al alzamiento de los Katari. A nivel continental existe el referente del alzamiento de cacique Guaroa, en 1515, en el actual Santo Domingo, y la guerra de los incas rebeldes de Vilcabamba que duró desde 1536 a 1572.
En lo que hace a nuestro territorio, el antecedente más remoto que conozco es el alzamiento del cacique Chaki Katari en Cantumarca, Potosí, en 1545.
Las rebeliones contra España fueron muchas y diversas pero la historia no las registró debidamente. Por ejemplo, en una “Descripción de la Provincia de Santa Cruz de la Sierra”, el virrey de Buenos Aires Nicolás de Arredondo da cuenta de una insurrección indígena anterior a la de los Katari. El documento menciona a Saipurú señalando que “este pueblo, ha sido el que se ha mostrado siempre rebelde a los españoles” y agrega que en 1779 “fueron escarmentados en una batalla que se les ganó por los cruceños (criollos nacidos en Santa Cruz)”.
Entonces, si se cambia la historia, no sólo habrá que reconocer a aquellos que el gobierno admite como héroes sino también a otros que aparecen en documentos como el del virrey Arredondo.
Por tanto, los cambios que pretende ejecutar cierta gente del gobierno no pueden ejecutarse por decreto. Reescribir la historia de Bolivia es una labor de titanes que no sólo costará tiempo sino también dinero y estoy seguro que, al hurgar en el pasado, saltarán sorpresas que hasta podrían hacer tambalear algunas de las bases ideológicas de la actual administración.
Por ejemplo, ¿qué pasará cuando los “reescribidores” descubran que el Tawantinsuyo se extendió merced a las conquistas militares de varios incas y, por tanto, que muchos los pueblos que vivían en estas tierras eran sojuzgados?... ¡cuidado con las camisas de 22 varas!

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