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Conchudos


“¿Qué es lo que te viene a la mente al escuchar la palabra concha?”. Hice esa pregunta a mujeres inteligentes, con título universitario y de reconocida trayectoria profesional, y obtuve un denominador común en sus respuestas: vagina.
Según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), concha viene del latín conchula y significa “cubierta, formada en su mayor parte por carbonato cálcico, que protege el cuerpo de los moluscos…” y “caparazón de las tortugas y de los cladóceros y otros pequeños crustáceos”. Existen otros significados como “seno, a veces poco profundo, pero muy cerrado, en la costa del mar”, “parte redondeada y ancha de una charretera o capona”, “Moneda antigua de cobre…” y sólo en la decimotercera acepción aparece como “coño” aclarando, entre paréntesis, que es la “parte externa del aparato genital femenino”; es decir, la vulva (“partes que rodean y constituyen la abertura externa de la vagina”).
Aunque asimilada a coño, el DRAE acepta la palabra concha para referirse a la vagina pero la razón para que la palabrita esté tan extendida en Bolivia con ese mismo fin es el eufemismo al que recurrían nuestras pudorosas madres para hablar de los genitales.
Aún hoy en día es difícil encontrar una señora de 50 años que utilice las palabras pene y vagina y hasta mi esposa Patricia, que es mucho más joven —y fue la única en responder que concha es “la del mar”—, se incomoda cuando tiene que mencionarlas con todas sus letras.
Cuando niño, escuchaba a mi madre y tías utilizar nombres de vajillas, frutas y animales cuando hablaban de los penes de sus hijos. Tetera, plátano y pajarito eran las alternativas al divertido pispilín que jamás puede encontrar en diccionario alguno.
De las vaginas se hablaba poco pero, si tenían que hacerlo, recurrían a concha o su diminutivo, conchita.
Tanto ellas como las profesionales a las que hice la pregunta querían evitar caer en vulgaridades o sonar mal. Lo divertido es que, al utilizar concha en lugar de vagina caen precisamente en eso ya que el DRAE apunta que la palabra es vulgar, malsonante y se emplea para referirse al coño en Argentina, Chile, Perú y Uruguay.
Lo mismo pasa con la cadena de televisión CNN que también rebuscó el español para referirse al golpe de Estado en Honduras. Llamó “sucesión forzada” a la asonada que sacó del poder a Manuel Zelaya.
Como todos sabemos, las fuerzas armadas hondureñas irrumpieron en la Casa Presidencial de Tegucigalpa, incluso disparando, detuvieron a Zelaya y lo enviaron por avión a Costa Rica para luego posesionar a Roberto Micheletti en su lugar.
El DRAE señala que un golpe de Estado es “actuación violenta y rápida, generalmente por fuerzas militares o rebeldes, por la que un grupo determinado se apodera o intenta apoderarse de los resortes del gobierno de un Estado, desplazando a las autoridades existentes”.
Los golpistas no sólo se valieron de la fuerza para sustituir a Zelaya sino que también cortaron las comunicaciones y la electricidad por seis horas. Actualmente, la prensa hondureña está sometida a una censura que sólo les permite informar lo que no perjudique a los grupos que tomaron el poder. Que ellos utilicen eufemismos o intenten disfrazar la realidad es algo entendible pero… ¿por qué CNN?
La respuesta está, obviamente, en el régimen de propiedad de la cadena y los intereses que protege. Esta visto a que a Ted Turner, Richard D. Parsons, Wayne Pace, Jeffrey L. Bewkes y demás mandamases de la AOL Time Warner les interesa más sus negocios que la verdad aunque, al proteger sus inversiones y las de sus potenciales socios, caigan en el ridículo y se conviertan en unos conchudos (sinvergüenzas, caraduras, indolentes, toscos, groseros, astutos, cautelosos y sagaces).

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