Buscar este blog

Arsanz “imaginario”


Sobre gustos no hay nada escrito así que, a la hora de hacer una lista en la que ciertas cosas se destaquen de entre otras, no cuentan encuestas, estudios, debate ni ningún otro tipo de fórmulas.
Por eso es que hubo tanto problema para elegir a las “diez novelas fundamentales” de la Literatura boliviana.
Según reportó Martín Zelaya desde el lugar mismo en el que la lista fue terminada de parir, el proceso de selección comenzó en 2007 y sólo pudo concluir este año. Su mérito es que el desacuerdo es menor de lo que se podría esperar en un trabajo en el que el subjetivismo pesa más que los argumentos técnicos.
El resultado del esfuerzo —que, como tal, merece encomio— es una lista encabezada por la infaltable “Juan de la Rosa” de Nataniel Aguirre, “Felipe Delgado” de Jaime Saenz y “Jonás y la ballena rosada” de Wolfango Montes. Las demás de la lista son “Los deshabitados” (Marcelo Quiroga Santa Cruz), “Tirinea” (Jesús Urzagasti), “La Chaskañawi” (Carlos Medinaceli), “El otro gallo” (Jorge Suárez), “Aluvión de fuego” (Oscar Cerruto), “Matías, el apóstol suplente” (Julio de la Vega) y “Raza de Bronce” (Alcides Arguedas).
Impugnar cualquier de esas obras sería una necedad porque la verdad es que todas merecen estar en la lista. Son todas las que están pero no están todas las que son. Cuestión de gustos. En lo que a mí concierne, debió incluirse a un par más pero, hilando fino, no debió excluirse a “Pisagua”, un libro al que su autor, Alcides Arguedas, le puso, modestamente, el rótulo de “ensayo de novela”.
Y es que “Pisagua” no sólo refleja, así sea como historia paralela, la injusticia de la invasión chilena al Litoral boliviano —que es nuestra herida más dolorosa— sino que tiene una estética tal y una narrativa tan cautivante que el lector se sumerge en la trama olvidándose del mundo y se estremece con un final de epopeya que arranca lágrimas a los más desprevenidos.
Por razones que desconozco (¿cuestión de gustos?) esa novela no es muy conocida y no forma parte de los programas de estudio en la escuela y colegio, como la mayoría de las que integran la lista. Incluirla hubiera motivado su lectura.
Pero lo que en realidad me preocupa de esta selección es que sus autores incluyeron a la “Historia de la Villa Imperial de Potosí”, de Bartolomé Arranz de Orsúa y Vela, en una lista de cinco obras cuya lectura es “altamente recomendable”.
Que se recomiende esa obra ayudará a su lectura pero etiquetarla como novela puede ser riesgoso en el entendido de que ese género pertenece a la ficción.
Es cierto que la “Historia…” de Arsanz contiene muchos hechos fantásticos y fantasiosos pero eso se debe a que el autor se dejó influenciar por el estilo homérico de su tiempo. Obras como “Primer corónica y buen gobierno” de Phelipe Guamán Poma de Ayala o los “Comentario reales” de Inca Garcilaso de la Vega también contienen sucesos inverosímiles pero, aún así, se los considera fuentes de consulta para estudios históricos, especialmente si se trata de la época en la que vivieron sus autores.
Si se cataloga como novela a la monumental obra de Arsanz, sin aclarar que eso no le resta valor histórico, se le estará haciendo un gran daño a una de las más importantes fuentes de consulta de nuestro pasado. Si ese es el precio del “innegable valor y representatividad en el imaginario nacional” de la “Historia de la Villa Imperial de Potosí”, los potosinos no queremos pagarlo.

No hay comentarios: