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Baladí


¿Hasta qué punto son insignificantes las disputas entre Bolivia y Perú sobre el origen de la diablada, el ekeko, “el condor pasa” y la papa?
Hace apenas una semana, al comentar las declaraciones del presidente peruano Alan García, admití que esas disputas son extravagantes y hasta agregué que las autoridades culturales de Bolivia y Perú deberían de ocuparse de mejores cosas porque esa es una percepción que tiene la mayoría.
Parafraseando a un periodista español que llegó a Bolivia hace poco bajo el patrocinio de la Asociación Nacional de la Prensa, podríamos decir, incluso, que unos diablos que tienen poco de andinos, una imagen popularizada en las Alasitas, una canción y un tubérculo son cuestiones baladíes.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, baladí es un adjetivo que se utiliza para referirse a asuntos u objetos de poca importancia pero también existe un segundo significado que, pese a ser anticuado, aún se incluye en el famoso mataburros: “propio de la tierra o del país”.
La disputas por danzas, alimentos, música o tradiciones de Bolivia y Perú son más baladíes por tratarse de asuntos que conciernen a esos dos países que por su relativa importancia.
Si de desarrollar una política cultural se trata, hay asuntos más importantes que el origen de la diablada, el ekeko, “el condor pasa” y la papa pero si lo que se busca es desentrañar, de una vez, el pasado común de Bolivia y Perú, entonces hay que admitir que las disputas tienen una razón de ser.
La creencia generalizada, incluso a nivel de profesionales de las Ciencias Sociales, es que Bolivia y Perú tienen un origen común. Fue precisamente esa creencia la que motivó a usar el denominativo de Alto Perú para referirse al territorio que surgió como República de Bolivia el 6 de Agosto de 1825. Tal fue el convencimiento que hasta los historiadores de los primeros años de la República lo utilizaron incluso para titular sus libros.
No obstante, si se revisa la historia de ambos países, se encontrará que Bolivia y Perú tienen un pasado común pero no comparten su origen pues antes del surgimiento del Tawantinsuyo constituían entidades sociales y políticas diferentes.
Lo que ocurrió fue que la cultura que se desarrolló en Cuzco se expandió militar y culturalmente mediante una guerra en la que se enfrentó a sus vecinas. Incas como Pachacutec y Viracocha derrotaron a otras culturas y las sometieron a su mando. Entre los conquistados estuvieron chancas y kollas. Como es fácil suponer, estos últimos vivían en el territorio que después se llamó Kollasuyo.
Por tanto, si de hacer diferenciaciones se trata, resultaría útil explorar en el pasado prehispánico de estos pueblos que, cuando les conviene, se proclaman hermanos; es decir —manteniendo el sentido figurado— hijos del mismo padre y la misma madre o solamente del mismo padre o de la misma madre.
¿Será la diablada peruana o boliviana?, ¿qué papel tuvo el ballet español de los siete pecados capitales en el surgimiento de esa danza?, ¿qué deidad era el ekeko? Esas preguntas son baladíes pero, ¿qué pasa cuando se habla de la papa o la quinua cuyos derechos de exportación y consumo ya se traducen en divisas para el país que se proclame dueño de ellos?
Sí. Estas cositas son extravagantes y baladíes pero pueden llevarnos por terrenos que, si comienzan a ser bien transitados, podrían depararnos sorpresas que derivarían en la caída de ciertos mitos, incluidos algunos que sostienen la ideología de los partidos indigenistas.

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