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Ley mordaza (I)


Sí. Como cualquier actividad humana, el periodismo debe normarse. Creer que la prensa es intocable es incurrir en un injustificable endiosamiento que ha contribuido a socavar su imagen ante la sociedad boliviana.
Empero, antes de acometer la tarea de normar el periodismo es preciso recordar que este es enemigo natural de los políticos. El objetivo central del político es capturar el poder y, una vez que lo consigue, pretende retenerlo el mayor tiempo posible. Por el lado del periodismo, el objetivo central es informar a la sociedad y, al hacerlo, debe ocuparse ineludiblemente de los políticos. Si los políticos controlan a la prensa, esta se vuelve parte de su maquinaria de poder y ayuda a permanecer en él. Si la prensa no es controlada por los políticos, es una fisura por la que se puede escurrir todo, desde la corrupción que sobreviene como vicio del ejercicio del poder hasta el afán de prorroguismo.
Como resultado de esa ecuación, los políticos intentaron controlar a la prensa a lo largo de toda la historia. Algunos gobiernos —generalmente los dictatoriales— recurrieron a leyes restrictivas, a la censura, al cierre de medios y hasta al asesinato de periodistas pero el método más utilizado es el de la creación o compra de medios de comunicación social. Pero aunque el dinero consiga comprar no sólo medios sino conglomerados de medios, la evolución de las sociedades, el crecimiento poblacional y la insurgencia de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación le ha restado eficacia al segundo método.
En el caso de Bolivia, la libertad de expresión fue coartada por las sociedades prehispánicas que avizoraron el poder que tenía la información. Los incas proscribieron la escritura, que era legado de los tiwanakotas, y mandaron matar a los amautas y kipukamayuj que conocían el manejo de ese medio de comunicación. Durante el período colonial, toda forma de difusión del pensamiento estaba normada por las Leyes de Indias aunque el control era ejercido por las autoridades a través de jueces que muy rara vez aplicaban la legislación escrita.
Ya en la República, el primero en intentar controlar al naciente periodismo boliviano fue nada más y nada menos que el mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, que promulgó la primera Ley de Imprenta el 7 de diciembre de 1826 estableciendo penas como el destierro y la pérdida del empleo para quienes abusen de la libertad de pensamiento de la siguiente manera: “1º Atacando de un modo directo las leyes fundamentales del Estado, con el objeto de inducir á su inobservancia: 2º Publicando, escritos contrarios á la moral ó decencia pública: 3º Injuriando á cualesquiera personas sobre las acciones de su vida privada”.
Por tanto, el intento de controlar a la prensa que anunció el ex ministro Juan Ramón Quintana cuando dejaba su despacho, y que fue corroborado y respaldado casi inmediatamente después por el presidente Evo Morales, no es ninguna novedad.
No importa quién gobierne ni dónde. Sea desde Sucre o La Paz, presidentes elevados a rango de héroes, como Sucre y José Ballivián, intentaron controlar al periodismo. La derecha lo intentó siempre, ya sea mediante dictaduras o leyes restrictivas, y ahora es el turno del gobierno socialista de Evo Morales.
Sí. El periodismo debe normarse pero permitir que los políticos sean quienes elaboren sus normas es tanto como entregar un prisionero al enemigo con el arma cargada y la garantía de que nada le pasará si lo ejecuta.

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