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Primer síntoma


Juan Evo Morales Ayma asumió la presidencia de la entonces denominada República de Bolivia el 22 de enero de 2006 y apenas cinco días después, el 27, emitió sus primeras declaraciones en torno al papel de la prensa. Aparentemente molesto por publicaciones que hacían referencia a las relaciones con Chile, aquel día insinuó que había periodistas que utilizaban la mentira para sus publicaciones.
Debido a que el presidente tenía razón —pues, como en cualquier parte del mundo, en Bolivia hay periodistas que recurren a la mentira—, pocos le prestaron atención al asunto y ningún medio advirtió lo que había detrás de esas declaraciones. Aquellas palabras fueron el inicio de una larga cadena de ataques a la prensa que se convirtieron en una de las características del gobierno de Morales.
Casi cuatro años después, el jefe de Estado ha sido reelegido con una votación superior a la que obtuvo en 2005 y, gracias a su abrumador triunfo, ahora tiene el control absoluto del país que se apresta a transformar aplicando plenamente la Constitución aprobada este año.
Las elecciones fueron el 6 de diciembre y apenas dos días después, el 8, Evo volvió a referirse a la prensa pero esta vez no para insinuar sino para reclamar por no haber sido proclamado por este sector. “Ustedes (los periodistas) debería proclamarme. Todos los sectores me proclamaron como candidato, menos la prensa, (expreso) mi molestia”, dijo.
Como esta vez tenemos (demasiados) antecedentes, no podemos dejar pasar por alto esas palabras porque en ellas están las explicaciones del accionar del gobierno respecto a la prensa.
Como se puede ver, el presidente no sabe que la prensa no debe tomar partido. Si, como seres humanos que son, los periodistas tienen ideología y preferencias, no deben inmiscuir estas en su trabajo porque aquí, y en cualquier parte del mundo, la prensa —como gremio o sector social— no debe subalternizarse a facción política alguna, sea de izquierda, derecha, del centro o adentro.
El gobierno, empero, no entiende esa verdad de Perogrullo. Para los cráneos del MAS, la prensa parece un sindicato más, una organización social que, como hicieron las otras, tiene que someterse al gobierno y publicar sólo sus logros. El gobierno de Evo Morales no debe ser criticado porque, si algún medio lo hace, es tildado de oligarca, neoliberal e incluido en la lista negra de los “enemigos del cambio”.
No obstante, por muy escandaloso que sea que un jefe político pida que la prensa lo proclame, hay que admitir que esa conducta es parte de la eterna lucha entre periodismo y política.
Ya publiqué antes en esta misma columna (y lo volveré a hacer cuantas veces sea necesario) que la política y el periodismo son enemigos naturales así que se enfrentarán siempre sin importar ideologías o colores políticos. El problema es ¿quién le hace entender al gobierno eso?
Y precisamente porque política y periodismo son enemigos, estoy seguro de que el MAS ya tiene listo un anteproyecto de ley de medios que, con el argumento de ajustar las leyes bolivianas a la nueva Constitución, será introducido a la Asamblea Legislativa Plurinacional que estará totalmente controlada por ese partido.
El detalle es que la ley, como otras que también están listas, responderá más a los intereses del MAS que del país así que la prensa tendrá que prepararse porque llegan días difíciles y el reclamo del presidente es apenas el primer síntoma de lo que se viene.

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